
Una impresionante revelación del Secretario de Estado Marco Rubio ha encendido nuevas preocupaciones sobre la libertad de expresión y la exageración del gobierno, levantando banderas rojas para cualquiera que esté preocupado por la creciente invasión del poder federal en el mundo del discurso público.
Durante una reunión de gabinete convocada por el presidente Trump el miércoles, el tono cambió del triunfo a la alarma cuando Rubio reveló que una oficina del Departamento de Estado, bajo la administración de Biden, había compilado activamente expedientes sobre ciudadanos estadounidenses.
Según se informa, estos expedientes fueron diseñados para señalar a los individuos como fuentes de la llamada «desinformación» basada en su actividad en las redes sociales; transformando efectivamente los recursos gubernamentales en herramientas de vigilancia destinadas a silenciar la disidencia.
«Teníamos una oficina en el Departamento de Estado cuyo trabajo era censurar a los estadounidenses», dijo Rubio sin rodeos.
Mientras que la reunión comenzó como una plataforma para destacar la postura de la administración Trump sobre temas clave como el control fronterizo y la revitalización económica, el anuncio de Rubio cambió rápidamente el enfoque. Reveló que una de las personas a las que se dirige este esfuerzo de vigilancia estaba realmente presente en la reunión.
«Y por cierto, hay al menos una persona en esta mesa hoy que tenía un expediente sobre ellos en ese edificio de publicaciones en las redes sociales para identificarlos como proveedores de desinformación», dijo Rubio. «Vamos a entregar estos expedientes a estas personas».
El vicepresidente JD Vance reaccionó con sarcasmo, sugiriendo con una sonrisa: «¿Fui yo o Elon Musk?» Su chiste provocó la risa de otros en la habitación, pero la gravedad de la advertencia de Rubio se reafirmó rápidamente.
«Pero solo piénsalo», insistió Rubio. «El Departamento de Estado había establecido una oficina para monitorear las publicaciones en las redes sociales y los comentarios de los ciudadanos estadounidenses. Sabemos que la mejor manera de combatir la desinformación es la libertad de expresión y la transparencia».
Sus comentarios destacaron el Centro de Compromiso Global (GEC), la entidad ahora desaparecida que comenzó como una iniciativa bipartidista para exponer propaganda extranjera.
Aunque originalmente se pretendía contrarrestar la desinformación patrocinada por el estado de naciones contradictorias como China, Rusia e Irán, los legisladores republicanos han advertido durante mucho tiempo que el GEC se desvió de su curso, cambiando su enfoque hacia adentro hacia las voces nacionales que desafían las narrativas predominantes.
Rubio se negó a nombrar a la persona objetivo, en su lugar de permitirle la elección de revelar su identidad públicamente.
Sin embargo, sus comentarios confirman que el gobierno federal compiló archivos internos que catalogan la actividad en línea de al menos una figura prominente conectada a la administración Trump.
El GEC del Departamento de Estado, por su parte, había publicado recientemente informes que detallaban cómo los regímenes autoritarios exportan propaganda y manipulan los canales de información globales.
Pero los comentarios de Rubio sugieren que la mano del gobierno puede no haber sido confinada a las amenazas extranjeras.
Sigue siendo incierto si estas revelaciones conducirán a una responsabilidad significativa.
Pero la existencia de expedientes gubernamentales sobre la actividad de los ciudadanos estadounidenses en las redes sociales representa una intrusión escalofriante en el discurso protegido constitucionalmente, que exige un escrutinio inmediato, no una justificación.
La pregunta ahora no es solo quién autorizó esta operación, sino qué tan profundamente se corrió y si el aparato de poder estatal se ha reutilizado silenciosamente para monitorear y marginar las voces disidentes en el hogar.